Populares

  • Física
  • Química
  • Biología
  • Astronomía
  • Tecnología
  • Medicina
  • Educación

Destacadas

Artículos que te puedan interesar

    ( Publicado en Revista Creces, Junio 2001 )

    Las últimas semanas del embarazo y los primeros meses de vida coinciden con las etapas de más rápido desarrollo y crecimiento del cerebro. Se afirma que durante esta etapa el cerebro está creciendo a razón de 1 miligramo por minuto (Desarrollo cerebral del niño) . Es obvio que este rápido crecimiento significa una gran demanda de nutrientes específicos que requiere la formación de este tejido tan especializado. Entre los elementos que parecen esenciales están algunos ácidos grasos que contiene en gran cantidad el aceite de pescado. Ellos son de gran importancia para las estructuras de las membranas celulares. Se trata de los ácidos "docosa pentanoico", "docosa exanoico" y el ácido araquidonico.

      ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

      Una tradición subterránea, difícil de erradicar

      "Nunca me voy a olvidar de mi circuncisión, que me la hicieron hace cuarenta años, cuando yo tenía seis años de edad. Una mañana, durante las vacaciones de verano, mi madre me dijo que íbamos a visitar a su hermana en Halfayat (Sudan). Fuimos a su casa, pero después me llevaron a "la casa de ladrillos". Mientras mi madre golpeaba la puerta, yo trataba de leer el nombre escrito en la puerta. De repente me di cuenta que se trataba de la casa de Hajja Alamin. Ella era la persona encargada de hacer la circuncisión en nuestro vecindario. Quede petrificada y luego trate de arrancar, pero me agarraron entre mi madre y mi tía. Ellas decían que allí me iban a purificar. Hajja era la persona más cruel que yo había conocido... Ordenó a su empleada que fuera a comprar una gillet al almacén cercano. A la fuerza me tendieron en una cama con un hoyo al centro y me ataron a ella. Grité con toda mi garganta. La mujer me dijo: ¿Quieres que venga la policía?. Después de esto y sin anestesia, me hicieron la circuncisión. Durante los tres días siguientes no pude comer ni beber. Recuerdo que el tío que supo esto, increpó a mi tía. Mi madre y mi tía se asustaron y decidieron llevarme de nuevo donde la mujer. Con una voz fuerte, me ordenó que me agachara en el piso y que orinara. Me costo mucho por el dolor, pero lo logré. Por mucho tiempo, esto fue muy doloroso. Me demoré mucho en normalizarme. Pero entiendo los motivos de mi madre, que quería purificarme".

      Relato de Abdel Majib, profesora de una escuela de Sudan.

      Buscar



      Recibe los artículos en tu correo.

      Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada